20 de noviembre de 2010

Te esperamos.

Un cosquilleo recorre mi cuerpo. Un rayo de emoción atraviesa mi ser. Sé que ya estás aquí. Puedo sentir tu pequeñito cuerpo ansioso por salir. Puedo unir mi corazón al tuyo y percibir su fuerza, sus ganas de vivir.

¡Queda ya tan poco para poder abrazarte! Tu pequeñito cuerpo, de apariencia frágil, entre mis brazos. Contagiarme de tu fuerza, de tu energía, y juntos volver a descubrirlo todo como si fuera la primera vez.

Ha sido una espera larga pero ya llega a su fin. Todos nosotros estamos ansiosos por tu llegada, todos estamos preparados para acompañarte en tus primeros pasos sobre este hermoso camino llamado vida.

La vida es hermosa. Cada momento puede ser especial. Cada instante un nuevo sentimiento, una nueva emoción, un nuevo descubrimiento. Sentir el calor de un rayo de sol sobre tu cuerpo, emocionarte con el rojo intenso de una flor en primavera, sentir como tu cuerpo se balancea con el ligero roce del viento.

Tu mama es un ser especial, ella te enseñará a vivir cualquier situación con optimismo, ella te enseñará a disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Te mostrará que para ser feliz no hacen falta grandes cosas, no hace falta fama y dinero, únicamente vivir cada momento con intensidad.

Tu hermanito Martín también te espera, nervioso. No entiende muy bien tu llegada y se encuentra algo confuso. Pero sé que cuando te vea se sentirá orgulloso de ser “hermano mayor” y te enseñará la parte más inocente de la vida. Te enseñara todo aquello que sólo un niño de dos años puede ver.

Te esperamos con mucho amor.
Tu familia.

19 de septiembre de 2010

Te descubro cada dia

Estoy aquí. Subido en lo más alto del cielo. Busco un recuerdo, un sentimiento perdido. Desde la altura todo parece distinto, las imágenes se desenfocan. La oscuridad lo cubre todo. Las sensaciones se diluyen y desaparecen con el viento.

Miro pero no veo. Oigo pero no escucho. ¿Para qué? Todo es confuso, todo es eterno. Un grito al viento, ¡Llévame contigo!, un salto al vacío, un adiós sin retorno.

Siento el calor de la sangre. Desaparecen las palabras. Sólo el latido de mi corazón es capaz de rasgar el silencio incipiente que se apodera de todo, que se apodera de nosotros.

Cierro los ojos con la esperanza de no ser visto. Los sonidos desaparecen, las imágenes se diluyen. Durante un instante resurgen las palabras calladas, las acciones cesadas, los sentimientos negados.

Las sonrisas amargas desgastan mis huesos. Vivir sin sentir, ¿Es realmente vivir? ¡No!. Deambulo como un muerto si un destino concreto.

Vivo, siento, lucho, amo, lloro. A pesar de que la pesadumbre lo inunda todo, sigo sintiendo. Las espinas resecas se clavan con más fuerza. Mi propia sombra me acecha sin descanso.

Abro los ojos. Y te encuentro. Al verte un rayo atraviesa mi alma. Se enfoca la imagen desgastada por el tiempo. Los colores se intensifican. Y yo, mi amor, vuelvo a estar vivo.

23 de junio de 2010

Casualidades

Durante años he deambulado por la vida sin plantearme nada. Dejaba que los días siguieran su curso, sin más. Nadie me esperaba. Nadie me necesitaba. La vida era un conjunto de casualidades, no importaba su color, no importaba su origen. Momentos intrascendentes que había que superar acompañado de un vaso sin fondo, de un libro sin páginas.

Ahora, que he descubierto tu mirada, sé que la autenticidad se graba en las pupilas. No se necesitan palabras para decir “Te amo”. Tus dedos, al rozar mi piel, transmiten tanto sentimiento que consiguen detener el instante. El tiempo desaparece y los momentos intrascendentes se transforman en milagro.

Los días en los que me despierto con la necesidad de gritar “Socorro”, siento tu mano sobre mi hombro antes de poder exclamar un solo lamento. Durante ese momento se detienen las manecillas del reloj y descubro la poesía que ataca directamente al corazón. Descubro la generosidad que no busca propósito.

Ahora sé que no todo es casualidad. Los pocos instantes en los que me sentí humano no eran más que un adelanto para poder soportar tu encuentro. Ahora sé que todo tiene un propósito y que vivir como un dios es vivir la vida en cada instante.
Gracias.

7 de junio de 2010

Tristeza

Hoy la Tierra anda triste. El cielo se viste de luto con su traje aterciopelado. Hasta los pájaros han dejado de cantar.
Los perros aúllan a la luna llena que con su tenue luz ilumina nuestra melancolía.
En el campo las flores se marchitan y sólo reverdecen las espinas secas y algún que otro cardo olvidado.
Las calles permanecen desiertas únicamente habitadas por las sombras de los recuerdos, de los momentos vividos, de palabras y promesas incumplidas.

Hoy la Tierra anda triste y mañana… Mañana será otro día.

28 de mayo de 2010

Los mundos

Escribo esta carta postrera dirigida a nadie y a todos. Una vez acabe la dejaré libre y el viento la arrastrará hasta su destino, a un lugar desconocido. Es una carta sin remite, una carta sin membrete. Sólo una secuencia de palabras que brotan de no sé de qué fuente en uno de esos momentos que la mente se despista y deja de controlarlo todo.

Trago saliva y siento el sabor amargo de la sangre. Mis labios, mordidos, no permiten disimular la rabia. Rabia acumulada por no ser capaz de dártelo todo. Rabia por no conseguir tu felicidad perfecta. Sueño que las distancias se acortan. Sueño que todos juntos disfrutamos de una vida perfecta. Que el viejo y el nuevo mundo son uno sólo. Pero cuando despierto y vuelvo a la realidad me doy cuenta que los sueños no son más que deseos de niños. Momentos “Kit Kat”, en los que la realidad descansa para poder disfrutar de una bocanada de aire que te permite seguir viviendo.

Dudo, pienso, el sabor de sangre se diluye. Mientras, un dedo me señana amenazante. Me siento tan cobarde que no puedo evitar agachar la cabeza y esconder mis vergüenzas. Nunca fui dueño de mis pasos. Siempre seguí la huella de los zapatos de otros. Me gustaría tener la suficiente valentía para mirarte a los ojos y aguantarte la mirada. La valentía de abandonar la senda marcada y juntos escaparnos al mundo de Peter Pan. Encontrar el lugar donde los sueños se convierten en realidad. Y así al despertar descubrir que las distancias se han acortado. Descubrir que todos juntos disfrutamos de una vida perfecta. Que el viejo y el nuevo mundo son uno sólo.

12 de mayo de 2010

Silencio onírico.

Aunque ande desaparecido, aparente perdido, sumido en nostalgias y sueños. Aunque os conceda sólo un silencio, un aséptico momento, un recuerdo difuso.Camináis a mi lado y juntos aprendemos a escuchar el silencio del viento. Juntos buscamos el camino de vuelta a casa, y aprendemos a pasar desapercibidos, sin crítica sin llanto.

Sólo es necesario que cuando me encuentres desaparecido, aparente perdido, sumido en nostalgias y sueños. No te extrañes, no me olvides. Agárrame del brazo, acompaña mi silencio.

Mi delirio es temporal y muchos fueron los momentos compartidos. No basta que una palabra confirme lo que ya sabemos. No hay necesidad de ella. Las palabras están sobrevaloradas. El silencio es mágico, cercano, onírico.

6 de mayo de 2010

Traición

Descubro que mis palabras son repetidas. Siempre que intento expresar un sentimiento hablo de corazones, magia y golondrinas. Una fuerza aprieta mi interior, una fuerza que no se si ayuda o mata. Busco las palabras precisas en un intento de explicar. De explicar un sentimiento, un sentimiento que quiero compartir contigo.

Al asomarme a la ventana de tu mirada siento como la luz brilla con más intensidad. No es que se encienda una bombilla. Tus retinas son tan claras que toda la luz del sol se refleja en su plenitud. Las mías se han ido oscureciendo con el paso de los años, y la inocencia de los primeros días se ha transformado en desconfianza.

No vale la pena. Mejor disfrutar de una melodía en silencio. Al menos es tu silencio. Hay momentos que me duele el alma porque me he traicionado. No he cumplido con el pacto que firmé con mi versión infantil. Quería ser yo mismo y hay días que no me reconozco. La traición es comparable a la mantis religiosa que se come al macho después de parearse. Mejor ser fiel incluso cuando esa fidelidad te entumece los huesos.

Pierdo un ápice de mi esencia cada vez que no cumplo. Sé como soy y no lo sé. Soy un vagabundo que ha perdido su libertad porque no ha sabido respetarse. Soy esclavo de las costumbres. No quiero, no quiero que vuelvas a traicionarme.

Te espero

Cada día al despertarme mi primer pensamiento es para ti. Desde el primer momento en que supe de tu existencia, te espero. Ya formas parte de mí, las palabras que anunciaron tu venida se grabaron con fuego en mi corazón y cada mañana una gota de ilusión me recuerda que estás en camino.

Sé que me escuchas, porque te siento en mi corazón, noto que estás vivo y que te acercas lentamente. Me esfuerzo, me esfuerzo porque quiero ofrecerte todo lo que tengo. Hay momentos en que mi corazón permanece duro e inaccesible y lentamente lo abro para, cuando llegues, poder enseñarte lo hermoso que es cada momento, poder acompañarte durante cada uno de tus descubrimientos y compartir contigo cada instante de alegría y de tristeza.

Algunos días disfrutarás de una alegría intensa, notarás como tu corazón rebosa de sentimiento y desearás vivir cada instante plenamente.

Otros días sentirás miedo, sentirás deseos de abandonar y esconderte bajo las sabanas, días en los que querrás regresar al lugar donde ahora te encuentras.

Faltan unos meses para tu llegada, cada día que pasa intento prepararme para ese momento. Como un estudiante inquieto repaso mentalmente cada una de las lecciones que quiero enseñarte. Seguramente cuando llegues no recordaré palabra alguna y sólo podré balbucear unas pocas palabras. Te miraré, te abrazaré, sentirás una lágrima sobre tu cuerpo, una gota salada que sellará nuestro pacto de fidelidad.

Cuando llegues descubrirás el amor de tu madre, la ternura de tu hermano. Juntos venceremos la inquietud que provoca vivir en un nuevo lugar que en poco tiempo se volverá tu hogar. Te espero.

22 de abril de 2010

La construcción

Como todos los primero de Mayo, hoy se celebra el aniversario de boda de los viejos. Es uno de los pocos días del año en los que la familia vuelve a juntarse. Son las doce del mediodía y me levanto cansado, sólo he dormido dos horas. Tengo que atravesar toda la ciudad para llegar a tiempo a la comida. La cabeza me da vueltas, la noche ha sido movidita y cuando llegué a casa se me olvido tomar una aspirina, que buen invento lo de tomarse una aspirina al acostarse después de una noche de fiesta, no hay mejor remedio contra la resaca. Va a ser un día jodido porque la resaca no me deja pensar y mis padres me van a interrogar como cada vez que nos vemos, si tengo novia, si a ver cuando me pongo a trabajar, que tengo que asentar la cabeza, la misma historia de siempre. Me tomo una ducha de agua caliente y dejo caer el chorro de agua sobre mi cuerpo, siento como se clava en mi piel, como me perfora la cabeza. Mientras me ducho los recuerdos de la noche no dejan de atosigarme, ¿Por qué me habré tomado esa última copa?, ¡me mató!, todo porque a Juan se le ocurrió ir a tomar la última a “Titu’s”, en ese lugar, con el ambiente que hay, no puedes tomarte sólo una copa… y todo ¿para qué?, al final, como cada sábado, he vuelto a dormir solo. Bea, desde que ella se fue no he vuelto a despertarme acompañado, que idiota soy, era una chica magnífica, guapa, inteligente, pero como siempre, lo estropeé, le dije que prefería salir con Juan, emborracharme y visitar todas los garitos de la ciudad antes que quedarme con ella en casa, ver una peli tranquilamente y charlar de nuestra relación. Como era de suponer, al regresar a casa ella ya no estaba, ni ella ni ninguna de sus pertenencias. Se había ido, y yo tenía la certeza de que jamás volvería a verla. Soy un imbécil y un soberbio, quizá si la hubiera llamado, si le hubiera pedido perdón, ella habría regresado y ahora no me encontraría tan solo, pero el jodido amor propio siempre me ha jugado malas pasadas. El agua fría interrumpe mis pensamientos, siempre me pasa lo mismo, el lunes llamo para que me pongan una caldera más grande, he estado diez minutos debajo de la ducha y ahora no tengo agua caliente para enjabonarme. Me enjabono y me aclaro rápido con agua fría, con agua gélida, como la sangre que recorre mis venas, porque no siento nada, sólo vacío.

Más que una celebración, la comida parece un funeral, a parte de los reproches acostumbrados de mi madre por la ropa que visto o la mala cara que hago, tengo que aguantar el pavoneo de mi hermano, contando sus éxitos laborales y sociales. No aguanto más esta situación, me levanto y sin mediar palabra salgo de la casa dando un portazo. Típica reacción mía, huir cada vez que una situación me incomoda, escaparme de mi mismo.

Me siento en un banco del parque de enfrente de la casa de mis padres, donde me pasaba horas y horas cuando vivía con ellos. Estoy tan absorto en mis pensamientos que no me doy cuenta de que alguien se sienta a mi lado.” ¿Fumas?”, me pregunta una voz que retumba en mis odios, una voz grave y con tono seguro, mientras me ofrece un cigarrillo. Le observo un instante y acepto el cigarro. Es un hombre de unos cuarenta años elegantemente vestido, se nota que el traje que viste está hecho a medida. Fumo lentamente mientras el hombre me explica que lleva un rato observándome, que se ha dado cuenta de que estoy vacio, que se nota que no tengo ilusión por nada en esta vida. “La vida es hermosa y yo puedo ayudarte” sentencia. “¿Cómo puedes ayudarme? La vida es una mierda”, le contesto. El hombre, con un tono de voz pausado, me cuenta que él pertenece a una asociación que se dedica a ayudar a jóvenes desamparados, a jóvenes que han perdido la ilusión por todo, a jóvenes como yo. “Si me acompañas te enseño el lugar donde vivimos, tengo el coche aquí al lado”. Le miro a los ojos, su mirada me transmite calma, durante unos segundos se produce un silencio que me parece una eternidad, no tengo nada que perder, ¿Qué me puede pasar?, ¿Qué me va a hacer este hombre si no tiene media ostia? “Ok, vamos ahora mismo”. Contesto.

Nos subimos en un porche 911 descapotable, esta organización no escatima en gastos. Salimos de la ciudad a un marcha prudencial por la nacional dos, destino a la sierra. Ya en la autopista, a una velocidad de vértigo, siento el viento en la cara y una sensación de libertad invade mi cuerpo, me siento libre, por primera vez en mi vida me siento libre. Durante todo el trayecto no intercambiamos ninguna palabra. Salimos de la autopista por la salida 57, y nos adentramos en un bosque por un camino sin asfaltar. “¿Qué sientes?”, me pregunta el hombre. “Tranquilidad” le contesto. A los diez minutos de abandonar la autopista aparece ante nuestros ojos un enorme edificio construido entre pinos y rocas y rodeado de un muro de como mínimo 3 metros de altura. La puerta se abre automáticamente, nos adentramos en esa construcción faraónica despacio, no puedo dejar de contemplarlo todo con la misma sorpresa que un niño al abrir un regalo, con la misma emoción que sentí, cuando todavía era un crío, al visitar Eurodisney.

Aparcamos en un garaje donde se ubican coches de lujo de las marcas Mercedes, Ferrari y Jaguar, entre otras. Estoy realmente impresionado, si el paraíso existe seguro que este lugar es lo más parecido. “Bueno, ya hemos llegado, te enseño el lugar y si te gusta puedes quedarte”, comenta el hombre. “¿Así, sin más?”, le contesto. “Ya te dije que estamos aquí para ayudarte”. Entramos en el edificio por una puerta lateral, y después de un rato de enseñarme más y más habitaciones y contarme más y más historias me percato de que durante todo el tiempo que ha durado la visita no hemos visto a nadie, ni una sola persona se ha cruzado en nuestro camino. Me dejo caer sobre el suelo y la emoción empieza a convertirse en pesadumbre, mi cabeza empieza a imaginar historias terribles sobre sectas. “Parece que se me ha olvidado enseñarte lo más importante”, me comenta el hombre al darse cuenta de mi cambio de actitud. “Ven, acércate”. Me levanto con desgana, el miedo me paraliza, quiero salir corriendo pero no puedo, me acerco despacio para asomarme a la habitación cuya puerta el hombre acaba de abrir. Esta oscuro, y un silencio sepulcral domina el ambiente, me esfuerzo para adaptarme a la oscuridad, empujado por el hombre me adentro lentamente en la estancia recorriendo un pasillo central, mientras voy descubriendo a ambos lados gente tumbada en el suelo en cubito supino, vestida con una túnica verde y con las manos apoyadas en el pecho. Mi corazón se acelera, noto como las pulsaciones se disparan, intento gritar pero soy incapaz de articular palabra. Al llegar al final de la habitación, el hombre que está a mi espalda, me agarra del hombro y me obliga a darme la vuelta. Le tengo cara a cara, percibo una sonrisa maliciosa en su cara, un brillo pícaro en sus ojos. Me entrega un sobre y sin apartar la mirada de sus ojos lo cojo, siento una lagrima desplazarse por mi cara, me tiembla la mano, después de varios intentos consigo abrir el sobre y saco una hoja de su interior. Transcurridos unos segundos aparto la mirada del hombre y leo el texto de la hoja. Una sola frase está escrita en ella, una sola frase pero con un mensaje muy claro: “Pedro, Bienvenido a la construcción. El que entra en ella nunca más saldrá”.

15 de abril de 2010

Autorretrato

Busco recuerdos de mi infancia y sólo encuentro la sensación de libertad, los juegos al aire libre y la opinión que tenía de mí el tutor de primaria: Gran sensibilidad y lleno de amor propio.

Busco recuerdos de mi juventud y sólo encuentro la rebeldía del adolescente inquieto y las noches de copas y risas rodeado de mis compañeros de Universidad.

Busco recuerdos de mis amores y sólo encuentro el fracaso del primer amor, el desengaño del amor perfecto y los besos y caricias que no eran amor, sólo deseo.

Siempre he sido un hombre de ciencias, mi mente, llena de hipótesis, teoremas y ecuaciones lucha contra mi pasado en este intento de expresar sentimientos a través de palabras. Paradojas de la vida, ahora descubro que son las palabras las que consiguen canalizar mis sentimientos y no los números a los que tantas horas dediqué.

Puedo contaros que he hecho durante los 38 años vividos, puedo explicaros donde nací, donde vivo, o a que me dedico, ¿serán esas palabras mi autorretrato, o simplemente las circunstancias que me han acompañado, un conjunto de casualidades?

Nací con corazón puro y la vida me enseño a disimular. Durante años estuve escondido tras una máscara, pero sentía como mi alma lloraba cada momento perdido y todavía siento en los huesos el dolor provocado por un engaño, por una traición a una forma de ser.

Buscando la perfección me perdí los pequeños detalles, los momentos que transforman la vida en milagro, mucho sentimiento pero poca acción, muchos sueños pero pocas realidades.

Ojos sinceros que se apagaban cada vez que me afrontaba a un decisión, el miedo me acompañaba durante este viaje, no hay mayor error que quedarte quieto para intentar vencer la incertidumbre, no hay mayor fracaso que no actuar en un intento desesperado de vivir seguro, que es no vivir.

Hoy, repaso los momentos vividos y descubro que por fin he encontrado el amor de la compañera perfecta y que, con el nacimiento de mi hijo, mi alma se ha despertado de un letargo escondido.

No hay mayor placer que la sonrisa sincera de Martín, no hay mejor momento que el despertar un domingo acompañado por mi mujer y mi hijo. Después de búsquedas infructuosas y de intentos ingratos descubro que la vida son los pequeños instantes que suceden cada día, momentos que transforman la vida en un milagro.

Ahora puedo decir en voz alta que he encontrado la paz y la tranquilidad que me ha sido esquiva durante tanto tiempo, ahora soy capaz de estar serenamente sin la apremiante inquietud por hacer, ahora simplemente soy capaz de estar, sentir, vivir.

8 de abril de 2010

La amistad.

Recuerdo que cuando era niño siempre imaginaba que tenía un amigo mágico que me salvaba de las situaciones difíciles, un compañero que me ayudaba a sortear los problemas que puede tener un crio de diez años. Soñaba con un amigo que cuando me acompañaba los chavales mayores del barrio no se atrevían a acercarse para burlarse de los ridículos jerséis que me obligaba vestir mi madre y las chicas de mi edad no se reían de mis dientes torcidos y de los hierros que sobresalían por la comisura de los labios tras haber estropeado por enésima vez los brackets del aparato dental devorando un lápiz en clase de geografía. Era uno de esos amigos que te hace la vida más fácil y más cómoda.

Durante mi infancia ese amigo mágico sólo existió en mis sueños. Todavía puedo acordarme de esas tardes de domingo tumbado en la cama imaginando como cruzaba el campo de piedras que utilizábamos para jugar al futbol, lentamente, acompañado de mi amigo, y que todos los chavales se detenían y nos observaban boquiabiertos preguntándose que podían hacer para parecerse a nosotros.

Siempre fui un chico con mucha imaginación, sin embargo en la realidad, nunca destaqué por causar admiración al resto de los chicos, era un chaval que pasaba desapercibido, despistado y torpón que únicamente conseguía la atención del resto de chicos cuando mi padre me regalaba una bici nueva o un nuevo juego de mesa.

Al llegar a la adolescencia la situación no cambió mucho, desapareció mi amigo imaginario y conseguí una nueva amistad, el alcohol. Me emborrachaba todos los sábados, a falta de un buen amigo que mejor que un cubata, y en estado ebrio recorría todos los bares de la ciudad, intentando conquistar a cualquier chica, independientemente de que estuviera acompañada o no. Mi táctica conquista mujeres variaba según los decilitros de alcohol consumidos. Cuando éste todavía no era excesivo era resultón y simpático, y si ella no era muy exigente hasta conseguía que me acompañara a un rincón oscuro del bar para jugar con nuestras lenguas y manosearle los pechos sin ninguna dulzura. Cuando el alcohol ya sobrepasaba el límite aceptable mi simpatía burlona se transformaba en pesadez algo grotesca, y sólo conseguí liarme con alguna que estaba a mi mismo nivel de alcoholemia. La tercera fase, cuando el comportamiento ya sobrepasa los límites, también la he alcanzado pero afortunadamente tengo vagos recuerdos de esos momentos porque el alcohol arrastró las neuronas donde se guardaron esas vivencias.

Ahora que ya soy un adulto se que tener un amigo mágico sólo ocurre en las películas, y que raramente a lo largo de toda tu vida tendrás uno. Te das cuenta que la verdadera amistad no existe y que tu vida discurre rodeado de compañeros de juego cuando eres niño, de compañeros de fiesta y estudios cuando eres joven, de compañeros de trabajo y cenas cuando eres adulto, pero esa relación no es amistad, al menos no la amistad que yo busco, porque yo por un amigo daría la vida.

3 de abril de 2010

Mi conciencia

He vuelto a leer las entradas de este foro y me he llevado la impresión de que estaba leyendo el típico portal de autoayuda, de esos en los que le cuentas a un tal Dr. Friedrich, parapsicólogo y experto en reencarnaciones, tus problemas y te diagnostica que después de un millón de vidas has acumulado tal cantidad de mal karma que estás destinado a vivir una vida de penurias y amargura y que tu única salvación es vivir una vida de compasión y perdón.

Nada más lejos de la realidad, esa no es mi intención, no soy nadie para dar consejos, en todo caso sería yo el que necesitaría recibir esos consejos.

Una vez escuché que un buen escritor tiene que escribir con el corazón y repasar con la mente, quizá esté abriendo demasiado mi corazón y estén brotando sentimientos ocultos, sentimientos escondidos entre válvulas y arterias. No sé hasta que punto asociar estas palabras a mis verdaderos sentimientos, o si son sentimientos prestados, sacados de los poemas de Miquel Hernández o de los libros de autoayuda que durante una época de mi vida devoré.

Siempre he andado un poco perdido, nunca he tenido claro cuál es mi propósito en esta vida, es más, nunca he sabido si realmente tengo un propósito en esta vida o si simplemente naci, viviré y moriré sin más. Supongo que todos nosotros en algún momento nos planteamos que hacemos aquí, y para que hemos venido, y que muy pocos llegan a descubrir a lo largo de su vida la respuesta. Yo no creo que haya respuesta, que todas esas divagaciones son en vano, simplemente tenemos que vivir según nos marca nuestra conciencia, e intentar seguir nuestro camino porqué es cuando ignoramos esa vocecita que habla desde nuestro interior, porqué es cuando intentamos seguir el camino de otros, cuando nos sentimos tristes y perdidos, cuando sentimos que vivimos en un mundo de penurias, que vivimos en un valle de lágrimas.

Por tanto, después de toda esta divagación he llegado a una única conclusión, sigue tu propio camino, pero aquí viene la segunda cuestión, ¿Cuál es mi propio camino?, parece que en vez de clarificar la situación ésta se vuelve más compleja, que
difícil pregunta, ¿Cuál es mi propio camino?.

Antes he comentado que tenemos una vocecita en nuestro interior que es la que nos marca nuestro camino, la famosa conciencia. Si realmente fuera tan fácil, si realmente la conciencia se manifestara en forma de vocecita y nos susurrará al oído cual es el camino a seguir para alcanzar la felicidad el mundo no sería como es, pero yo nunca he escuchado esa vocecita. Cierto es que en algunas ocasiones tienes la tentación de actuar de una forma determinada sin saber muy bien porque. Cierto es que en algunas ocasiones te sientes atraído por otra persona sin motivo aparente. ¿Es eso la conciencia?, no os puedo contestar, no sé si es la conciencia o simplemente un instinto animal sobreviviente de nuestra época de cazadores.

2 de abril de 2010

Mi amigo La inseguridad.

Ya no tengo quince años, ya he alcanzado una edad en la que uno siente la necesidad de repasar lo que ha vivido y sobre todo como lo ha vivido.
Siempre he sido una persona insegura, siempre he sido una persona que necesitaba la aceptación de los demás para seguir caminando, y eso no es bueno, no es bueno porque cualquier contratiempo te deja paralizado, si no recibes el halago esperado te sientes una mierda y tú mismo te echas barro encima.
Dicen que la inseguridad tiene su origen en la infancia, en la educación que has recibido de tus padres, en los sentimientos que te han transmitido durante tus días más tiernos. En mi caso no creo que esa sea la razón porque siempre he sido así, recuerdo que al nacer no di señales de estar vivo, no empecé a llorar, hasta que no oí a la enfermera decir el típico comentario de “que niño más guapo, es igual que su madre”.
Con esa característica he ido avanzado en la vida. Primero fue la infancia, después la adolescencia y ahora la madurez, durante las tres fases mi vida ha estado marcada por la inseguridad.
Es duro ver como tu felicidad siempre depende de la reacción de los demás, muchas veces, sobre todo cuando eres un crío, actúas sólo para agradar y aunque los demás consideran que eres divertido y simpático tú te sientes vacio, una marioneta sin personalidad en manos de los demás.
Es algo innato en mi, algo que creo que marcará toda mi vida, pero afortunadamente cada vez soy capaz de controlarlo más, de hacerle frente. No os voy a mentir, aparece en cualquier momento, se presenta sin ser llamado y me grita al oído, pero yo cierro los ojos y hago oídos sordos, lucho contra la tentación de hacerle caso y aunque no siempre lo consigo, alguna vez llego a vencerle, y en esos momentos una sonrisa aparece en mi boca, me lleno de orgullo y grito en silencio… ¡He conseguido vencerte!
Una de los efectos de tener un amigo tan fiel como el mío, un amigo que te acompaña toda la vida, es que llegas a pensar que nadie te conoce, todos tienen una imagen equivocada de ti, y es que no puede ser de otra manera, porque rara vez te muestras como eres, ¿Cómo van a llegar a conocerte si siempre actúas para agradar, si siempre dices lo que quieren oír?.
Un amigo así es destructivo, te destruye a ti mismo, te arranca de cuajo la personalidad, te roba tus propias ideas, sustituye tu propio yo por otro formado por una masa heterogénea con ideas de toda la gente que has conocido a lo largo de tu vida. Una masa oscura en la que se mezclan sentimientos de lo más variopintos y en muchas ocasiones contradictorios.
Mi amigo la Inseguridad, mi amigo que me ha acompañado durante toda mi vida, siente que se está muriendo, gracias a personas que realmente me quieren, gracias a personas que me respetan independientemente de lo que haga o diga. Esas personas le están matando.
Sé que son sus últimos días, que dejará mi compañía, pero ahora que se siente vencido sus ataques son más fuertes, es la última energía de un moribundo que comprende que su fin está cerca, y ahora es cuando más peligro tiene. Ahora es cuando más atento tengo que estar, no me puedo dejar engañar, porque después de estos últimos ataques, un nuevo amigo vendrá a hacerme compañía, y la felicidad estará más cerca.

30 de marzo de 2010

Me siento viejo

Me siento viejo, el próximo lunes cumpliré 38 años y me siento muy viejo. Siento el desgaste de mi cuerpo, hay días que el dolor de mis huesos se hace insufrible, hay momentos que me duele hasta el aliento. Siento el deterioro de mi cerebro, son tantos los pensamientos que ha generado durante estos años, son tantos los recuerdos que ha almacenado que ya no puede más. Siento como mi corazón se endurece, como cada día se sensibiliza menos con el mundo, de seguir así pronto dejará de sentir y únicamente servirá para bombear la sangre.

Dicen que la vejez no es producto de los años, que depende de la actitud ante la vida y yo quiero sentirme joven. Quiero que mi cuerpo vuelva a estar vivo, que sea capaz de escalar montañas y atravesar ríos. Quiero abandonar la carga acumulada durante estos años para volver a disfrutar de un cuerpo ligero.

Quiero que mi mente vuelva a ser ágil, que sea capaz de volver a imaginar, que sea capaz de volver a crear. Abandonar los recuerdos y pensamientos acumulados durante estos años para volver a disfrutar de un cerebro activo.

Quiero que mi corazón vuelva a sentir, que sea capaz de volver a sensibilizarse y de volver a amar. Abandonar la indolencia acumulada durante estos años para volver a disfrutar del milagro de la compasión.

Vivir el presente es el remedio a mi vejez, vivir cada momento con total intensidad, cada vez que me culpo de una acción pasada, cada vez que me culpo de una situación futura, mi cuerpo se vuelve más inflexible, mi cerebro más lento, mi corazón más rudo.

Todavía tengo muchas oportunidades que disfrutar, muchas vivencias que vivir, muchas decisiones que tomar, no estoy muerto, sólo en un estado de letargo temporal y sé que pronto voy a despertar. Cuando despierte no voy a permitir perder la oportunidad de expresar lo que siento, no voy a permitir que el miedo paralice mi cuerpo, no voy a dejar de actuar por desidia, simplemente voy a vivir.

29 de marzo de 2010

No tengo inspiración.

Estoy sentado en silencio,frente a la pantalla del ordenador, unos ruidos lejanos de niños jugando me recuerdan que estoy vivo, miro por la ventana y un rayo de sol se refleja en el cristal, sólo escucho, sólo miro, no quiero pensar, no quiero imaginar…

El tiempo pasa lentamente, miro alrededor buscando alguna fuente de inspiración, no encuentro nada, sólo palabras sin sentido que no reflejan nada…
¿Por qué no puedo expresar nada?, Quizá no sienta nada, quizá mi corazón sea gélido, quizá mi corazón este muerto y su hueco lo ocupe una fría roca. No sé, escucho palabras sobre sentimientos que provocan grandes excitaciones, leo textos sobre personas que sobrepasan los límites de la conciencia, y yo en este momento, en este lugar, no soy capaz de expresar nada.

¿Cómo puedo encontrar esos sentimientos?, he leído diferentes teorías de cómo alcanzar tu alma, algunas hablan de sadismo, de dañar tu cuerpo hasta la extenuación, yo no creo en eso, ¿Por qué vamos a dañar nuestro cuerpo si nuestro cuerpo y alma es un solo ente?, esa no puede ser la solución, tiene que ser algo más simple, algo que esté al alcance de todos.

Dudo, dudo mucho, dudo tanto que incluso hay momentos en que creo que todo yo es una duda, necesito superarlo, necesito creer y no dudar, dudar sólo provoca incertidumbre y al final todo acaba como esta, es decir, todo sigue igual.
Si quiero mejorar tengo que avanzar, superar ese miedo que me paraliza cuando me afronto a una situación nueva, tengo que superar esa duda que me impide indagar en una nueva circunstancia, pero me cuesta tanto, es tan difícil cambiar de hábitos y de costumbres .

La inspiración forma parte del alma, la inspiración está ahí, sólo hay que saber verla, todos tenemos inspiración porque todos somos espíritu. No me quiero dar por vencido, sé que si sigo luchando contra la duda, contra el miedo, contra la desidia llegará un día, casi sin darme cuenta, que habré vencido y que por fin habré alcanzado el bien tan anhelado, habré alcanzado la inspiración.

Mi primera experiencia

Experimento con la escritura, siento con la escritura, conozco mis limitaciones, escribir es un arte difícil de aprender y espero disculpéis mi osadía de utilizar las palabras para intentar expresar lo que siento, yo sólo quiero expresar mi sentimiento.
Puedo gritar al viento y también puedo golpear las teclas de mi teclado, con energía, escuchando simplemente mi corazón. Escribir es un gran ejercicio para buscar dentro de ti, para contemplarte a ti mismo. Algunos van al templo a rezar, otros agotan su cuerpo hasta conseguir cesar sus pensamientos, yo simplemente escribo, escribo sin buscar la perfección, escribo sin fijarme en las reglas que rigen la escritura, sin normas, sin principios, simplemente escribo.
Hay momentos que mi corazón calla, hay momentos que busco entre mis pensamientos y no encuentro nada, en esos momentos me siento frente la pantalla y observo esperando que surja un sentimiento, una palabra para ser escrita o simplemente espero…
Hay momentos que no puedo dejar de escribir, un torrente de ideas brotan de mi cerebro, son tantas las palabras que aparecen que mis dedos no tienen la suficiente velocidad para plasmar tanta idea, tanto sentimiento…